Lección 1, Tema 5
En Progreso

El tabaco en el siglo XX

octubre 13, 2024
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LECTURA

EL TABACO EN EL SIGLO XX

Principio de siglo a los años 50

La mejora en las técnicas de cultivo y procesado del tabaco que se produce a lo largo del siglo XIX propicia  una superproducción que hace que las compañías tabaqueras desarrollen agresivas campañas de marketing dirigidas a potenciar las ventas, por lo que el hábito de fumar se convirtió en una costumbre habitual. Esta circunstancia se vive de forma muy intensa a principios del siglo xx, época en que la producción, la venta y el consumo de tabaco se disparan, aumentando el número de fumadores de forma progresiva en todos los países occidentales. Es también en este momento cuando la industria tabaquera obtiene sus mayores beneficios.

Fumar cigarrillos se convierte en una agradable costumbre reservada inicialmente solo para los hombres o para las mujeres más atrevidas. Fumar es un hábito nuevo y muy acorde con la mentalidad y estilo de vida de los «locos años veinte». Es en esta época cuando las empresas tabaqueras comienzan a usar la asociación entre tabaco y relaciones sociales con determinados modelos de comportamiento de personajes famosos (reales o de ficción) para que la población general, en su deseo de parecerse a ellos, adopte la misma conducta, con el consiguiente aumento del consumo y de las ventas.

Resulta sorprendente darse cuenta de la profunda relación histórica entre tabaco y guerra. Fue la Primera Guerra Mundial la que otorgó al cigarrillo un protagonismo absoluto en el mundo de los fumadores: entre los soldados, el tabaco era considerado indispensable y, a petición de los altos mandos que lo consideraban esencial para la moral de los soldados, el tabaco fue incorporado al rancho de los combatientes. Esto fue posible gracias a que las compañías tabaqueras lo regalaron; como consecuencia de ello, los soldados supervivientes volvieron a sus casas adictos al tabaco. Durante la Segunda Guerra Mundial, el consumo de tabaco era ya tan masivo entre los hombres que las autoridades militares aliadas lo declararon, junto con los alimentos, bien de primera necesidad, por lo que era suministrado regularmente entre las tropas. Por otra parte, muchas mujeres decidieron unirse al ejército en esta contienda, lo que supuso la incorporación masiva de la mujer al consumo de tabaco, a lo que también contribuyó la aparición en los años treinta del cigarrillo con filtro, de gran aceptación, sobre todo, entre las mujeres. Por otra parte, durante la Guerra Civil Española se distribuyeron entre los combatientes grandes cantidades de cigarrillos por lo que, al final de contienda, la tasa de fumadores en España aumentó de manera significativa. Ni siquiera los combatientes revolucionarios han escapado al tabaco; así el Che Guevara, fumador empedernido, dejó constancia en su Manual de Guerra de Guerrillas que «un complemento habitual y sumamente importante en la vida del guerrillero, es la fuma».

En los años cuarenta y cincuenta, la industria cinematográfica estadounidense se convierte en el mejor medio publicitario de las tabaqueras: el consumo de cigarrillos va dirigido a las grandes masas; por tanto, los héroes y heroínas de los largometrajes deben consumirlos.Actores como Humphrey Bogart, Robert Mitchum, John Wayne, siempre con el cigarrillo en los labios, y actrices seductoras como Marlene Dietrich se convierten en modelos a imitar por generaciones de adolescentes de la época que se lanzan sin control al consumo de cigarrillos. El hecho de que muchos de los famosos que fumaban (no solo del mundo del cine) fallecieran finalmente por enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco no tuvo prácticamente ninguna repercusión en la sociedad; así Bogart (1899-1957) falleció por un cáncer relacionado con el tabaco, Giacomo Puccini (1858-1924), autor de La Bohème, por cáncer de laringe, o Sigmund Freud (1856-1939), padre del psicoanálisis, por cáncer de la cavidad oral.